La sección PERFILES recupera hoy un artículo de La Vanguardia, escrito por Salomé García, que pone el foco sobre la biografía de una mujer ingeniera, joven y emprendedora, Irene Gómez. Puedes leer a continuación el artículo completo:
Desde pequeña Irene Gómez mostró curiosidad por el mundo. Pensó en ser astronauta, ver qué hay ahí fuera y sentir la ingravidez
Se quedó en la Tierra y, tras probar en puestos comerciales, de ciberseguridad y de inteligencia artificial, hoy dirige Telefónica Open Innovation y disfruta de la pintura en su tiempo libre
De niña lo tenía claro: de mayor sería astronauta. Le atraía ver la Tierra desde un lugar privilegiado, flotar en gravedad cero y moverse en todas direcciones. Porque si algo caracteriza a Irene Gómez (Granada, 1980), directora global del área de Telefónica Open Innovation, es su espíritu inquieto.
De esas personas que irradian energía sin destilar nerviosismo, que miran al futuro de tú a tú, lo prueban todo y acaban teniendo una visión 360º de la vida. Como en el espacio, pero con los pies en la Tierra.
Irene se define como una persona tranquila, tímida y muy curiosa, cualidades que le han llevado a experimentar y retarse, pasando por puestos de trabajo muy diferentes
Viviendo la vida a pinceladas
Cuando estás a su lado todo es calma. “En el fondo soy muy tranquila y tímida. Que no quita para que también tenga mucha curiosidad. Es lo que hace que me apasione descubrir cosas que no son de mi día a día. Supongo que por eso quería ser astronauta”, comenta.
«Nunca visualicé mi futuro como un plan cerrado. Más que dibujar mi carrera, me he dedicado a experimentar y a retarme»
La trayectoria de Irene es como un cuadro impresionista. De cerca, todo son pinceladas vibrantes. Solo cuando tomas perspectiva descubres una imagen serena y unitaria. Estudió ingeniería de telecomunicaciones, pero no se veía toda una vida pegada a una computadora. “Nunca visualicé mi futuro como un plan cerrado. Quería verme haciendo cosas diferentes, cosas que igual no estaba imaginando en ese momento. Pero, sobre todo, cosas que me ilusionaran, que me divirtieran. Esa es la clave: divertirme haciendo lo que hago”, explica. Con esta hoja de ruta tan abierta no es de extrañar que haya pasado por puestos comerciales, de desarrollo de producto, ciberseguridad, inteligencia artificial… “Más que dibujar mi carrera, me he dedicado a experimentar y a retarme”.
Más allá de su profesión, la gran pasión de Irene son las bellas artes. Como buena pintora aficionada es fácil cruzarse con ella en alguna galería de arte joven buscando inspiración.
El verbo dibujar no es casual. A Irene le apasionan las bellas artes. Como buena pintora aficionada es fácil cruzarse con ella en alguna galería de arte joven buscando inspiración. “Intento plasmar ideas a través del dibujo. Son esos ratos que me reservo para mí. Que no son muchos, porque soy madre de dos niños de 4 y 8 años, así que buena parte de mi día fuera del trabajo gira alrededor de ellos”, comenta. Lejos de definirse como una madre superwoman, de esas con una planificación estupenda y una familia que no se sale del guión, reconoce que la conciliación en casa no siempre es fácil. Pero que es cosa de dos. “Los retos de cada día los afrontamos juntos – padre y madre – combinándonos como podemos. Al final, somos dos en casa y son nuestros hijos”.
Líder de un equipo diverso
Al igual que en la vida real hay colores, matices y pinceladas de distintas texturas, el entorno laboral de Irene Gómez se define por la diversidad. “Si queremos diseñar un mundo que nos represente a todos, debe ser diverso. Tengo la suerte de liderar un equipo donde prácticamente tenemos paridad, hay empleados jóvenes y mayores y procedemos de distintos países. Esa variedad cultural enriquece los proyectos”, señala. Quienes trabajan con ella reconocen que sabe sacar lo mejor de cada miembro del equipo y que es de esas jefas ‘en cuyo equipo quieres estar’.
«Tengo la fortuna de estar en uno de los proyectos más apasionantes de toda mi vida. En nuestro día a día aprendemos a través de los ojos de las startups lo difícil que es arrancar un negocio. También, la agilidad de los emprendedores para equivocarse y volverse a levantar”
Pese a su juventud, se ha embarcado en numerosas iniciativas en Telefónica. Sabe lo que es sacar un proyecto desde cero, guiarse por el instinto y dejarse la piel por sacar algo adelante. Una experiencia que ahora pone en valor en Open Innovation de Telefónica, el enlace entre el ecosistema emprendedor y la compañía líder en telecomunicaciones. Este compromiso de la tecnológica española con el emprendimiento arrancó hace 16 años. Gómez tomó el testigo hace dos, en un momento crucial para el despegue de las startups vinculadas a tecnologías y servicios. Solo en 2022 han invertido más de 20 millones de euros en más de 30 startups y fondos a través de Wayra y de Telefónica Ventures.
Tendiendo puentes hacia la innovación
Emprender no es fácil. Pero los emprendedores son el motor de la nueva economía, de ahí la necesidad de contar con impulsos como los que surgen del departamento de Innovación Abierta (Open Innovation) que lidera Gómez. “En nuestro día a día aprendemos a través de los ojos de las startups lo difícil que es arrancar un negocio. También, la agilidad de los emprendedores para equivocarse y volverse a levantar. Tengo la fortuna de estar en uno de los proyectos más apasionantes de toda mi vida, con mucho por aprender, porque la dinámica de una gran corporación es totalmente diferente a la del emprendimiento”.
“Tengo la suerte de liderar un equipo donde prácticamente tenemos paridad, hay empleados jóvenes y mayores y procedemos de distintos países”
Desde 2018 las inversiones de Telefónica Ventures han tenido un retorno de 2,2 veces y la cartera se ha revalorizado 3 veces. Wayra, que ha invertido en más de 850 startups desde 2011, también logra una rentabilidad cercana al doble de lo invertido como venture capital corporativo. “No solo buscamos el dinero. Queremos que haya negocio. Ayudamos a las empresas a crecer conectándolas con Telefónica y ya tenemos más de 400 startups activas en nuestro portfolio”, declara. Un ecosistema de startups que pasa por España, Reino Unido, Alemania, Brasil y varios países de Latinoamérica.
«Cuando me preguntan por mis referentes siempre digo que son las personas que tengo alrededor. Me inspiran mis compañeros, sobre todo, cuando vienen de disciplinas diferentes”
Esa innovación y colaboración ya es realidad en numerosos proyectos. Es el caso de Solar 360, una empresa de instalación de paneles solares para autoconsumo, que integra la tecnología de la startup Ezzing Solar. “Otra es Climatetrade, centrada en la compensación de la huella de carbono ofreciendo transparencia y trazabilidad mediante tecnología blockchain”, explica. Además, empresas de muy diversos sectores (salud, educación, finanzas, seguros…) encuentran en Wayra un aliado experimentado para desarrollar su estrategia de innovación abierta.
Ante todo, el equipo
El vértigo de las grandes cifras hace que en muchas ocasiones en las grandes corporaciones los perfiles humanos se diluyan. No es su caso. “Cuando me preguntan por mis referentes siempre digo que son las personas que tengo alrededor. Me inspiran mis compañeros, sobre todo, cuando vienen de disciplinas diferentes”. En su equipo encontramos desde expertos en tecnología e ingenieros, a perfiles financieros, del marketing o la comunicación.
La “ilusión” y motivación del equipo son pilares fundamentales en el día a día de Irene, así como los valores que consiguen que las ideas salgan adelante
“Muchas veces vemos grandes ideas, con mucho potencial, que no salen adelante porque no tienen el equipo adecuado. Si no están ilusionados y no trabajan en sintonía, con una meta común, por muy buenas ideas que tengas no vas a llegar muy lejos. Al menos, yo entiendo así el trabajo”, concluye.
La empresa, al final, no dista mucho de la tripulación de una nave espacial. Esa que Irene pensaba en pilotar por el espacio exterior y que ahora navega por nuestra atmósfera dibujando el mundo del mañana.
