En Europa hay gas, incluso mucho gas. La cuestión es cómo extraerlo y si merece la pena hacerlo. Abrazada en Estados Unidos y repudiada en el viejo continente, la fractura hidráulica, o fracking, vuelve a la palestra con la actual crisis energética derivada de la dependencia de los combustibles procedentes de Rusia y también de Argelia.
Según los cálculos del Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas, España tiene recursos de gas no convencional para 39 años de consumo, una cifra que la Asociación Española de Compañías de Investigación, Exploración, Producción de Hidrocarburos y Almacenamiento Subterráneo (ACIEP) elevó a casi siete décadas, la mayoría, además, en la vertiente Cántabro-Pirenaica. En concreto, esta organización calcula que la cantidad que podría albergar el subsuelo asturiano sería la necesaria para abastecer el consumo nacional durante diez años.